miércoles, 20 de enero de 2010

CASTILLO DIVINO

Justo en un lugar donde nadie pide nada, o andan rondando sin saber que encontrar, al mismo tiempo en el que todos giran estimulando todos sus sentidos, mirando sus espejitos de colores. Nada menos que ahí la soledad canto por ultima su balada. Mientras el pedía a gritos una nueva oportunidad de amar, ella en sus ojos reflejaba un paraíso que reclamaba a su conquistador que todavía no había aparecido.

Dicen que las brisas del mar del Pacifico, envuelven a las almas, las juntan y las hacen brillar en los corazones. Se buscaban en silencio, en medio de mucha confusión y miedos provocados por malos amores. El quería volver aprender a escribir, ella sabia que podía dictarles los párrafos más hermosos. El la esperaba desesperado, a ella algo le estaba despertando.

En los castillos viven mitos, leyendas, historias, y mucha magia; se esconden duendes, hadas, y otros tipos de personajes. Además en los muros que custodian a los living, son de tal fortaleza que resultan ser un filtro para todo tipos de ángeles de la soledad, angustias y para todas las malas energías. Por ellos al entrar al castillo ellos dejaron atrás todo y con sus almas puras, se prepararon para ser guiados por una bella genio a encontrarse y unirse, para de este modo no estar mas solo los dos y así sentir que si es posible ser felices los dos.

De repente aparecieron unido de la mano, ella todavía desconfiaba un poco, el se animo y deposito su corazón en su mano. Quizás se dijeron muchas cosas, o tal vez en el silencio de una dulce melodía los hacia estar mas juntos.

Como toda historia algo siempre los separaba, el se iba caminando con la esperanza de volver a encontrarla nuevamente, pidiéndole al mar que interceda y los otra vez. Ella se marchaba en su carroza llevándose siempre un secreto que no quería debelar, pero deseaba que el lo debelara.

Se encontraron en el castillo varias veces mas, con la ayuda del destino siempre terminaban juntos, el no se cansaba de mirarla, a ella le parecía todo muy extraño.
El sabía que no debía dejarla ir, ella no quería que le soltara la mano. Los dos eran la más precisa expresión del nacimiento de uno de los más bellos sentimientos.

El no pertenecía a ese lugar, ella por mas de ser una princesa tampoco pertenecía al mar, los dos eran de la montaña, por eso ella quería que fueran las montañas las testigos de algo nuevo que estaba por pasar.

El siempre la busco y ella se dejaba encontrar, el daba todo por volver a sentir sus manos, ella quería volver a reír con el.

Ahora son las montañas gigantes las que van a ver como se fusionan estas dos almas en una, aunque muchos dicen ya haberlas visto disfrazadas en un canción de amor.


THE SHINING OF THE SUN

…..y ya no estar solo los dos…..

1 comentario:

sqa dijo...

Como siempre, dejas el alma y corazón en todo lo que escribes. Espero que sigas encontrando el ánimo para continuar haciéndolo. Un abrazo muy grande amigo mío.