martes, 28 de abril de 2009

Homenaje

Investigando en mi biblioteca (armario que resguarda libros que ya he vivido), encontré un libro, que no se si me atrevo a llamarlo el de cabecera, este es una excelentísima antología de micro cuentos de varios autores. Este libro me lo regalaron hace muchos años, pero cada vez que lo encuentro y leo alguna de sus paginas me deja anonadado de tal bella forma de narrar historias simpáticas, terribles, agradables, tenebrosas, hermosas, escandalosas, con un gran contenido, y otras totalmente sin sentido, en definitiva es un libro de una variete increíble, no solamente de cuentos sino de autores, ya que algunas historias fueron escritas a principio del siglo xx y otras a fines del mismo.

Lo que me lleva a escribir esto no es el libro en si, sino un cuento que se encuentra en la pagina 71 (lindo dato si digiera como se llama el libro), llamado El otro yo, escrito por el gran Mario Benedetti. El relata una historia muy rara pero a la vez muy realista de lo que significa el otro yo que cada uno nos toca llevar. en nuestra vida. Ya que si bien todos nos creemos poseedores de una sola personalidad, también tenemos escondido dentro nuestro otra identidad tan hermosa como rara ala que le damos al mundo a conocer, esto no es ni malo ni bueno, es solamente naturaleza humana, ojo yo no soy psicólogo ni nada por el estilo, solamente cuento lo que noto en mi y en los demás.

En definitiva me dejo de alardes burdos y les comparto este fabuloso cuento.

El Otro Yo

Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: “Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable”.El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.

de: Mario Benedetti (1920-toda la eternidad)


THE SHINING OF THE SUN
yo soy el otro yo...

1 comentario:

sqa dijo...

Había leído algún libro de M. Benedetti, pero no este cuento (no leí tanto como imaginas!). Tampoco yo quiero decir mucho porque habla por sí solo. Pero gracias por compartirlo. Es muy bello.

Un abrazo muy grande, gabi.